San Andrés -Birgara Goien-
Los desplazamientos turísticos casi siempre obedecen a lugares concretos, pues tras la creencia que será cierto aquello a lo que se ha dado gran publicidad queremos ver con nuestros ojos esa maravilla prometida.
El turista románico no es una excepción, pues allí donde nos dicen que hay un “tesoro”, allí vamos todos, arriesgándonos a sufrir alguna que otra decepción al encontrar que la maravilla prometida no es tanta. Sin embargo, otras veces te sorprende encontrar maravillas allí donde no prometen nada.
Esto último es lo que nos aconteció en un caluroso día de agosto, cuando tras atravesar en pleno mediodía el círculo de montañas que la envuelve, entramos en la hondonada de Virgala Mayor, un pueblecito de Álava, en el municipio Arraia-Maeztu, donde, sin esperarlo, nos encontramos con un valioso tesoro románico.
La villa es chiquitina y encantadora, y presidiéndola en lo alto, se encuentra la iglesia parroquial de San Andrés, objetivo de nuestra visita.
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En la búsqueda de alguien que pudiera indicarnos cómo poder acceder al interior del templo, observamos en una primera y segunda ojeada al pueblo que las casas, aparentemente cerradas, no daban señales de vida. Nada ni nadie aparecían por aquellas calles porque cualquier avisto de movimiento era amenazado por un sol de justicia que nos evaporaba hasta el alma.
Según nos contó José Luís, fue ante el estado de deterioro de la iglesia, que los vecinos de la villa se pusieron manos a la obra y crearon una asociación para rehabilitar el templo. Y así fue como en el primer golpe de martillo sobre el muro encalado, los vecinos ya intuyeron emocionados que lo que estaba por destapar tenía que ser sorprendente.
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Pero lo realmente sorprendente es ver los resultados:
Diriamos que aparece aquí una escena de cetrería, donde el jinete junto a su montura cede el papel principal de la historia a la rapaz que clava garras y pico en el conejo, quizá una alegoria como la aludida en el Fisiologo medieval, donde en la figura del conejo ve al hombre mortal que permanece a merced de la fuerza y la ira divina.
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Allí, delante de nosotros, lucía una espléndida pila románica que había sido recuperada después de permanecer 172 años enterrada bajo el suelo de la misma iglesia.
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Las fotos de esta excepcional pila hablan por sí mismas.
Los desplazamientos turísticos casi siempre obedecen a lugares concretos, pues tras la creencia que será cierto aquello a lo que se ha dado gran publicidad queremos ver con nuestros ojos esa maravilla prometida.
El turista románico no es una excepción, pues allí donde nos dicen que hay un “tesoro”, allí vamos todos, arriesgándonos a sufrir alguna que otra decepción al encontrar que la maravilla prometida no es tanta. Sin embargo, otras veces te sorprende encontrar maravillas allí donde no prometen nada.
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En la búsqueda de alguien que pudiera indicarnos cómo poder acceder al interior del templo, observamos en una primera y segunda ojeada al pueblo que las casas, aparentemente cerradas, no daban señales de vida. Nada ni nadie aparecían por aquellas calles porque cualquier avisto de movimiento era amenazado por un sol de justicia que nos evaporaba hasta el alma.
Pasó un buen rato, sedientos, acalorados y casi al borde de la desesperación nos preguntábamos qué mala idea nos había llevado hasta allí en aquel día infernal. Estábamos a punto de tirar la toalla cuando la clemencia llegó hasta nosotros desde una ventanita de una de las casas:
-Que quieren entrar en la iglesia? …pero de parte de quién vienen?
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Le pareció al interlocutor, que haber cruzado la península para llegar hasta allí con la esperanza de poder acceder al interior de San Andrés ya era suficiente credencial como para atreverse a desafiar al calor reinante y acompañarnos, llave en mano, a visitar la iglesia. Así conocimos a José Luís González, nuestro amable cicerone al que desde aquí le mandamos un cordial saludo.
Le pareció al interlocutor, que haber cruzado la península para llegar hasta allí con la esperanza de poder acceder al interior de San Andrés ya era suficiente credencial como para atreverse a desafiar al calor reinante y acompañarnos, llave en mano, a visitar la iglesia. Así conocimos a José Luís González, nuestro amable cicerone al que desde aquí le mandamos un cordial saludo.
Según nos contó José Luís, fue ante el estado de deterioro de la iglesia, que los vecinos de la villa se pusieron manos a la obra y crearon una asociación para rehabilitar el templo. Y así fue como en el primer golpe de martillo sobre el muro encalado, los vecinos ya intuyeron emocionados que lo que estaba por destapar tenía que ser sorprendente.
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Pero lo realmente sorprendente es ver los resultados:
Tras este muro ciego se escondía esta fantástica portalada, que actualmente luce espléndida junto a sus capiteles trabajados que alternan ornamentación de tallos vegetales y representaciones historiadas.
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Entre capitel y capitel, mirándonos de forma discreta, encontramos un personaje coronado que sujeta una cruz con su derecha y una palma de martirio con la izquierda. .
La primera suposición que inevitablemente nos hacemos es que se trate de San Andrés, santo de advocación de la iglesia, pero luego dudamos, pues San Andrés suele representarse con la cruz en aspa y también resulta extraño esa corona sobre su cabeza.
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Y no era eso todo, al entrar en el interior del templo, que estaba extraordinariamente mimado e impecable, nos aguardaba en el baptisterio el plato fuerte del día..
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Allí, delante de nosotros, lucía una espléndida pila románica que había sido recuperada después de permanecer 172 años enterrada bajo el suelo de la misma iglesia.
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Las fotos de esta excepcional pila hablan por sí mismas.
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Si hubiéramos visitado San Andrés hace una escasa década, hubiéramos comprobado que, al igual que en tantas otras parroquias, sobre la primitiva iglesia se habían ido realizado modificaciones y reparaciones en varias épocas diferentes, por lo que encontraríamos entre una mezcla de estilos, algunos restos del románico. Pero tras esta última rehabilitación, lo que encontramos en Virgala Mayor es un magnifico despliegue de "románico de portada".
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Nuestras felicitaciones a los vecinos de Virgala Mayor y a la tenacidad con la que han conseguido rescatar un patrimonio de apreciadísimo valor artístico y cultural para su pueblo.
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Nuestras felicitaciones a los vecinos de Virgala Mayor y a la tenacidad con la que han conseguido rescatar un patrimonio de apreciadísimo valor artístico y cultural para su pueblo.
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