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AMOR MORO

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Hechizante tal cual las construcciones románicas, se encuentra en el sur otro arte grandioso y sublime al que se ha calificado como islámico o nazarí. Es un vestigio importante del reino nazarita, el último estado musulmán de la Península Ibérica, la antigua al-Ándalus. 

Todos conocemos a grandes rasgos cuál fue el final de dicho reino: se fue desgastando por las purgas y luchas internas a la vez que la amenaza cristiana se cernía cada vez más próxima. Culminando la ambicionada Reconquista, las tropas de Castilla y Aragón se abalanzaron sobre él, forzando la rendición y el final político de la españa islámica, aunque, a la postre, su influencia cultural permaneciese viva durante siglos. Al menos, eso es lo que nos cuenta la historia.

Conocer los lugares donde ésta se forjó y contemplar los mismos parajes que vieron los ojos de quienes la protagonizaron, es una perfecta excusa para iniciar una ruta en pos del arte nazarita.

Así que, siguiendo el hilo conductor de los reyes moros hacia el exilio, nos adentramos en la Alpujarra almeriense, tierra impregnada con los recuerdos de sus apológicas vidas y cuyas piedras susurran constantemente a quién las quiera escuchar, historias trágicas, historias bellas, historias que hablan del poder, de la felicidad, del valor de la palabra dada y de la plenitud de AMAR.




* El amor que costó un reino: Muley Hacén y Zoraida 

Si hay una historia de amor que vale un reino, esa fue la de Muley Hacén y Zoraida.

Algunas narraciones dicen que fue amor a primera vista, otras que la capturaron de niña y fue llevada a la Alhambra como compañera de juegos de los hijos de Muley Hacén. Pero, en lo que totalmente coinciden, es que Soraya o Zoraida, haciendo honor al significado de su nombre : "estrella de la mañana" o "lucero del alba", fue una estrella con un fulgor capaz de hechizar a uno de los últimos reyes moros de Granada, desencadenando una feroz rivalidad con su primera esposa y madre del "Rey Chico", Aisha o Aixa, que desembocó finalmente en la guerra civil que propició la caída de Granada.

Descrita como una mujer de inmensurable belleza, trato dulce, buen gesto y mujer de bien, Muley, a pesar de todos los impedimentos, acabó casándose con su adorada Zoraida y no dudó en hacer de ella su esposa favorita otorgándole el rango de sultana con los beneficios que ello conlleva, tanto a ella como a su descendencia.

Cuenta la leyenda que muchos eran los favores que Muley le hacía a su amada que vivía llena de felicidad dentro de los palacios de la Alhambra, incluso le mandó construir para ella un precioso castillo en "el centro del valle donde el profeta Mahoma colocara todas las alegrías y placeres de este mundo", en Lecrín. (Mondújar)



Castillo de Zoraida en Mondújar

Mientras tanto, la repudiada Aixa, fue una rival implacable. Es descrita por los cronistas como una mujer dura, rencorosa, intrigante y de características ligeramente masculinas: "...bozo en el labio superior, pelos en las mejillas, voz viril por espesamiento de las cuerdas vocales, facciones duras, gran desarrollo muscular, atenuación del instinto genital. Por algo sus contemporáneos la llamaron La Horra, la honesta, o, en traducción más adecuada: la fría sexual".

Pero sea como fuere, Aixa, pertenecía por nacimiento igual que su esposo a la familia real, conocía a la perfección la corte nazarí y no podía tolerar que una extranjera desplazara del trono al que había dedicado la vida, ni a ella ni a su prole.  Así que, mientras el monarca disfrutaba junto a Zoraida de las hermosas estancias y bellos jardines del castillo, Aixa, curtida en las intrigas palaciegas, preparaba la rebelión para derrocar a Muley y poner en el trono a su hijo Boabdil.

Tras agudizarse las conspiraciones, Muley y su hermano "El Zagal", tío de Boabdil, se ven obligados a huir de Granada. Muley Hacén entrega la legitimidad del trono al "Zagal" y consciente que su reinado ha terminado se refugia junto al amor de su vida, retirándose con Zoraida y sus hijos en la fortaleza de Mondújar, lugar donde permaneció hasta el día de su muerte y donde, hasta la fecha, reposan sus restos mortales.




*****

* Amor constante más allá de la muerte: Boabdil el "rey Chico" y Morayma

En el corazón del último rey moro, Boabdil, del que falsamente se dice que "lloró por Granada", sólo hubo lugar para una mujer: Morayma, hija de Aliatar, de la que se enamoró locamente, a la que convirtió en su esposa y sultana, y con la que convivió hasta su fallecimiento, durante su exilio forzoso a las Alpujarras

Algunas de las anotaciones efectuadas por el conde de Benalúa nos pueden proporcionar una idea de cómo la dulce Morayma, vivía debatiéndose entre el amor y el sufrimiento por las continuas batallas de su esposo: 

- Cuando volvía de la batalla, que a diario ocurría, sus ojos se encontraban y sus almas se juntaban para siempre.

-Aquella noche, Morayma, inundada en lágrimas, despedía a su amante esposo con recelo al verle partir para la guerra. La Reina Aixa, espíritu siempre varonil, la alentaba, tratando calmar la melancolía y la pena de la separación....

-Es tradición que Morayma, anegada en lágrimas, vióle partir desde el alto de un torreón, inmóvil, como la imagen del dolor, y no apartó su vista de aquel ejército hasta que los torbellinos de polvo desaparecieron en el horizonte de la vega.


Iglesia de FuenteVictoria.
De sus inicios musulmanes queda el artesonado de la zona delantera,
bajo el cuál, probablemente, elevaron los reyes moros sus oraciones.

****

La desdichada vida en soledad de Morayma fue constante, máxime cuando los reyes Católicos secuestraron a sus hijos para forzar a Boabdil a luchar contra su tío el Zagal y los mantuvieron como rehenes hasta que Boabdil firmó las capitulaciones definitivas: 

-Para mayor aflicción de Morayma y Boabdil, recibieron carta de su hijo, el Príncipe moro, que el Rey Católico, con su sagacidad, hizo escribir a su rehén. En esta carta, primero les pintaba las bondades y magnanimidad que con él tenían sus Altezas, y luego les decía que conocía su triste situación porque sabía que no querían aceptar los grandes beneficios y la amistad que les brindaban los Reyes de Castilla.

Morayma, asolada en llanto se abrazaba al cuello de Boabdil y, éste sólo repetía: Por qué la muerte no ha querido ni quiere de mi nunca?

Aterrada Morayma, mandó llamar a un famoso sabio astrólogo (figura muy respetada entre los nazaritas) y consultó con él, en gran secreto, el horóscopo del rey Boabdil. Contestó el anciano: "dicen las estrellas que el último Rey Nazarí vivirá mucho para padecer mucho"

Con esta profecía, que evidentemente la obviaba a ella, llegan las capitulaciones y la salida de la familia real y sus súbditos hacía la provincia de Almería, tierra que habían pactado los reyes Católicos a Boabdil, para él y sus descendientes.


"Palacio del Rey Chico", cerca de Fondón,
sus paredes arroparon a Boabdil tras su expulsión de La Alhambra
Esto fue antaño, el atrio del palacio de un rey

Paradójicamente, cuando el "rey Chico" marchó a su exilio, su vida familiar resultó especialmente feliz. En Laujar de Andarax, capital de la alpujarra almeriense, la familia pudo reunirse y consiguieron recuperar a sus dos hijos colmando la felicidad de Morayma en su nuevo hogar. 

Sin embargo, la alegría fue breve, pues los reyes castellanos rompieron la palabra dada y les forzaron a capitular de nuevo y partir hacia un nuevo exilio. Así que Boabdil, su madre Aixa, sus hijos Amed y Yusef y otros familiares y amigos, salieron del puerto de Adra camino de África.

Morayma, el único amor de Boabdil, no se le conoce otro, el único ser que hubiera podido hacerle soportable la pena del destierro, moría días antes de abandonar las Alpujarras.



Llano de Laujar de Andarax y, al fondo, el pueblo, donde se encontraba
 la fortaleza de Boabdil y Morayma y, de la que actualmente, no queda NADA.


El funeral de Morayma se realizó en la mezquita de Mondújar, situada al final de la ladera del castillo, donde se encontraba el cementerio real de los nazaries y, donde posiblemente también estaba su padre Aliatar, su suegro Muley Hacén, alguno de sus hijos y, a buen seguro, los dignatarios y anteriores sultanes nazaris, cuyos restos, ya habían sido trasportados dsde cementerio de la Alhambra, para prevenir su profanación, cuando los reyes católicos entraron en Granada.

Antes de partir, Boabdil dispuso la entrega de bienes para que se rezara dos veces por semana ante la tumba de Morayma y una renta a los ulemas a fin de que oraran diariamente por su esposa en la mezquita. 


Iglesia de Mondújar, antes, mezquita en la rauda de los nazaritas

Afirma el cronista, que apenas embarcado Boabdil para su destierro, los cristianos se incautaron de los bienes destinados a las oraciones de Morayma y, con ellos, levantaron una iglesia sobre el solar de la mezquita, que no tuvieron inconveniente en demoler. 

Posiblemente ni Boabdil ni Morayma hubieran nunca imaginado que ello pudiera ocurrir, el "Rey Chico" partió con la absoluta confianza que el descanso eterno de Morayma no sería profanado y que, la tierra, que cubría su cuerpo, guardaría siempre el secreto de su localización como la de sus otros allegados.



Vista de Mondújar desde el castillo.
Se puede apreciar el cerrillo, donde se supone que empezaba el cementerio real


Pero cuál fue nuestra sorpresa en Mondújar, al llegar y buscar la antigua necrópolis nazarita y ver que, los restos de Morayma, así como los de los otros reyes y miembros de la familia real, fueron removidos y desperdigados al construir una variante de la carretera N-323. 

Sin ninguna cautela ni contemplación, la rauda fue barrida por las máquinas, quedando diseminados los huesos de la dinastía nazarita y, sepultados bajo el asfalto.

Ultima amargura en el recuerdo de una reina, la última reina de Granada y única reina de la Alpujarra.



"...su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, más tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado."




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